Una lata de la bebida era lo primero en lo que pensaba al despertarse. Con esa adicción, la mujer ingería 1 kg de azúcar, equivalente a 4.170 calorías al día, lo que la hizo engordar varios talles, generar diabetes tipo II y serios problemas con la presión.
Además, le costó muchísimo abandonar la costumbre. Según admitió al diario, "era totalmente adicta" y debió soportar un "síndrome de abstinencia" cuando trató de dejar el consumo de la gaseosa.
"Sentía sacudidas, dolores de cabeza y ansias como una drogadicta, pero sabía que tenía que cambiar", explicó. "Mirando hacia atrás, me siento disgustada por la cantidad de dinero que desperdicié y lo que le hice a mi cuerpo", agregó.
Al dejar ese hábito, Gunner perdió peso y mejoró su salud, pero reconoce sentir todavía "ansias de Coca-Cola".
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