Posiblemente la boda más triste. Y la más intensa. Pero la promesa de un padre finalmente se cumplió. Gracias a los mejores amigos de Andy Barnard, éste celebró la boda de su hija. Al menos su celebración. Y es que este papá le había prometido a su pequeña Poppy May un día muy especial. La pequeña soñaba convertirse en princesa y casarse por todo lo alto. Y esa 'boda de ilusión' se celebró pese al triste diagnóstico que le dieron los médicos a esta familia británica el 16 de marzo, según cuenta Daily Mail.
"Nunca imaginé que sería así. Nuestros corazones están rotos para siempre, pero quería mantener mi promesa a mi princesa. No era cómo lo imaginaba, pero ella tuvo su pequeña boda", dijo Barnard, de 31 años.
Hacía tan solo seis semanas que la familia había descubierto que la pequeña Poppy-Mai no estaba bien de salud. Su madre la llevó al médico porque había dejado de comer y beber y tenía el estómago distendido. Al principio creyeron que los síntomas se debían a que le estaban saliendo los dientes a la niña y le recetaron laxantes. Días después los síntomas empeoraron y los médicos descubrieron que la bebé tenía un agresivo cáncer en sus riñones que se extendía inexorablemente por su cuerpecito.
Tras tratar a la pequeña con quimioterapia, el cáncer se extendió a su cerebro. Los doctores comunicaron a la familia la peor de las noticias. Poppy-Mai no viviría más de unas semanas. La familia hizo acopio de todas sus fuerzas para compartir las jornadas más felices con su hija. Decidieron llevarla a casa y disfrutar juntos con sus seres queridos el tiempo que les retaba junto a su bebé. Aquellas pequeñas cosas que le hacían feliz de cotidiano supondrían el mejor adiós. Y sí, ¿qué mejorpríncipe para la boda de la pequeña de la casa que su propio padre, Andy?
"Estaba muy linda, pero nadie pudo decir los votos que se habían escrito porque todo el mundo estaba llorando", dijo su madre, Sammi, según el Daily Star.
La familia espera que la historia de la pequeña sirva para concienciar ala sociedad sobre los tumores infantiles. "Quiero que la gente recuerde a Poppy-Mai, recuerde los síntomas y sepa que mi hija habría ayudado a salvar otras vidas", añadió la madre a la prensa local.
"Nunca imaginé que sería así. Nuestros corazones están rotos para siempre, pero quería mantener mi promesa a mi princesa. No era cómo lo imaginaba, pero ella tuvo su pequeña boda", dijo Barnard, de 31 años.
Hacía tan solo seis semanas que la familia había descubierto que la pequeña Poppy-Mai no estaba bien de salud. Su madre la llevó al médico porque había dejado de comer y beber y tenía el estómago distendido. Al principio creyeron que los síntomas se debían a que le estaban saliendo los dientes a la niña y le recetaron laxantes. Días después los síntomas empeoraron y los médicos descubrieron que la bebé tenía un agresivo cáncer en sus riñones que se extendía inexorablemente por su cuerpecito.
Tras tratar a la pequeña con quimioterapia, el cáncer se extendió a su cerebro. Los doctores comunicaron a la familia la peor de las noticias. Poppy-Mai no viviría más de unas semanas. La familia hizo acopio de todas sus fuerzas para compartir las jornadas más felices con su hija. Decidieron llevarla a casa y disfrutar juntos con sus seres queridos el tiempo que les retaba junto a su bebé. Aquellas pequeñas cosas que le hacían feliz de cotidiano supondrían el mejor adiós. Y sí, ¿qué mejorpríncipe para la boda de la pequeña de la casa que su propio padre, Andy?
"Estaba muy linda, pero nadie pudo decir los votos que se habían escrito porque todo el mundo estaba llorando", dijo su madre, Sammi, según el Daily Star.
La familia espera que la historia de la pequeña sirva para concienciar ala sociedad sobre los tumores infantiles. "Quiero que la gente recuerde a Poppy-Mai, recuerde los síntomas y sepa que mi hija habría ayudado a salvar otras vidas", añadió la madre a la prensa local.
que.es