Los médicos que atendieron a un paciente enfermo descubieron que la causa de su mal era un mondadientes que se había tragado sin querer en Año Nuevo.
BUENOS AIRES, Argentina - Cuando los médicos abrieron el corazón del argentino Horacio Rodríguez Videla no dieron crédito a sus ojos: un mondadientes que se había tragado sin querer 10 meses antes estaba clavado en el órgano palpitante.
"Volaba de fiebre, no daban con un diagnóstico hasta que encontraron eso", dijo el viernes a periodistas Rodriguez Videla, de 42 años.
El periplo del hombre, oriundo de la provincia norteña de Corrientes, comenzó a principios de enero, cuando después de compartir en fin de año una tabla de fiambres y quesos con unos amigos comenzó a sufrir un cuadro febril.
Tras estudios realizados en junio que detectaron una infección en el corazón, un equipo interdisciplinario del el Hospital General de Agudos "Dr. Juan A. Fernández" de Buenos Aires decidió operarlo a principios de octubre.
El doctor Fernando Cichero, jefe de cirugía cardiovascular de ese centro médico público, uno de los más reconocidos de Argentina, lideró la operación de siete horas. "No creo que esto vuelva a pasarme nunca más... Hay un sólo antecedente en China, en 2011, era una mujer", dijo el médico el viernes al canal de cable Todo Noticias.
"Decidimos sacarlo en una cirugía a corazón abierto; abrimos el corazón y los doce (presentes) en la sala (de operaciones) nos quedamos mudos. Me preguntaron qué era eso y dije que un escarbadientes... me dijeron: 'te volviste loco", relató Cichero.
El cirujano explicó que una vez ingerido, el mondadientes migró del sistema digestivo al bascular de forma muy lenta.
"Atrás del corazón está el esófago. El escarbadientes, en lugar de migrar perpendicularmente y pasar a la aurícula izquierda, migró de forma oblicua a la aurícula derecha", explicó.
Según indicó el cirujano, el mismo palillo de dientes fue obturando el orificio que había producido. "Cuando terminó de pasar se volvió a cerrar el agujero que había producido", señaló.
Durante los meses previos a la intervención Rodríguez Videla no había sufrido hemorragias ni síntomas dolorosos pero sí fiebre y caída de peso.
El equipo médico que lo trató en el hospital había observado, tras detectar la infección en el corazón, que dentro del órgano se había formado una suerte de caparazón.
"En las imágenes de la ecografía se veía solo ese cascarón. El antibiótico desmoronó el cascarón y se vio una cosa dentro de seis centímetros", que era el mondadientes, dijo el cirujano. Los médicos pensaron que el objeto era un catéter que había quedado adentro a raíz de una intervención a la que se había sometido tiempo atrás Rodríguez Videla.
La sorpresa fue mayúscula cuando durante la operación fue hallado el palillo y Cichero lo partió en dos y comprobó que era de madera.
"Hay que masticar bien", dijo entre risas Rodriguez Videla.
"Volaba de fiebre, no daban con un diagnóstico hasta que encontraron eso", dijo el viernes a periodistas Rodriguez Videla, de 42 años.
El periplo del hombre, oriundo de la provincia norteña de Corrientes, comenzó a principios de enero, cuando después de compartir en fin de año una tabla de fiambres y quesos con unos amigos comenzó a sufrir un cuadro febril.
Tras estudios realizados en junio que detectaron una infección en el corazón, un equipo interdisciplinario del el Hospital General de Agudos "Dr. Juan A. Fernández" de Buenos Aires decidió operarlo a principios de octubre.
El doctor Fernando Cichero, jefe de cirugía cardiovascular de ese centro médico público, uno de los más reconocidos de Argentina, lideró la operación de siete horas. "No creo que esto vuelva a pasarme nunca más... Hay un sólo antecedente en China, en 2011, era una mujer", dijo el médico el viernes al canal de cable Todo Noticias.
"Decidimos sacarlo en una cirugía a corazón abierto; abrimos el corazón y los doce (presentes) en la sala (de operaciones) nos quedamos mudos. Me preguntaron qué era eso y dije que un escarbadientes... me dijeron: 'te volviste loco", relató Cichero.
El cirujano explicó que una vez ingerido, el mondadientes migró del sistema digestivo al bascular de forma muy lenta.
"Atrás del corazón está el esófago. El escarbadientes, en lugar de migrar perpendicularmente y pasar a la aurícula izquierda, migró de forma oblicua a la aurícula derecha", explicó.
Según indicó el cirujano, el mismo palillo de dientes fue obturando el orificio que había producido. "Cuando terminó de pasar se volvió a cerrar el agujero que había producido", señaló.
Durante los meses previos a la intervención Rodríguez Videla no había sufrido hemorragias ni síntomas dolorosos pero sí fiebre y caída de peso.
El equipo médico que lo trató en el hospital había observado, tras detectar la infección en el corazón, que dentro del órgano se había formado una suerte de caparazón.
"En las imágenes de la ecografía se veía solo ese cascarón. El antibiótico desmoronó el cascarón y se vio una cosa dentro de seis centímetros", que era el mondadientes, dijo el cirujano. Los médicos pensaron que el objeto era un catéter que había quedado adentro a raíz de una intervención a la que se había sometido tiempo atrás Rodríguez Videla.
La sorpresa fue mayúscula cuando durante la operación fue hallado el palillo y Cichero lo partió en dos y comprobó que era de madera.
"Hay que masticar bien", dijo entre risas Rodriguez Videla.
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