Lo suyo es el colmo del despropósito. La experiencia que nos devuelve a 'la Ley de Murphy'. Es la historia de un ladrón que quedó atascado en la reja la ventana de una casa a la que decidió entrar a robar.
Al ladrón le tuvieron que rescatar los bomberos tras ser sorprendido en tan lamentable estado por una empleada de hogar. ¿Qué argumentos manejará su defensa en un hipotético juicio? Fácil, enajenación mental...
El delincuente, identificado como Juan Carlos Ortega, tenía planeado entrar a robar en una casa solariega de la localidad de Santiago del Estero, en Argentina. Y decidió allanar el domicilio entrando por una pequeña abertura que tenía la reja que protegía una de las ventanas de la casa.
¿Qué ocurrió? Evidentemente sus cálculos no fueron correctos y no había forma humana de poder entrar por el exiguo hueco, por delgado que estuviera. De tal modo que quedó atascado toda una noche, aguantado un calvario de horas hasta que fue descubierto al día siguiente por una empleada doméstica que llamó a los bomberos.
Si observamos la fotografía que publica el diario argentino 'El Liberal' nos daremos cuenta que el caco Juan Carlos fue demasiado optimista sobre el calibre de su pecho: Creyó que podría deslizarse fácilmente por allí, pero al llegar a la altura del pecho quedó atascado e incluso, uno de los hierros lo lastimó a la altura del tórax, situación que lo dejó del todo inmovilizado.
Finalmente Ortega fue trasladado hasta el Hospital Zonal de Frías de Santiago del Estero. A buen seguro, tras aprender una valiosa lección sobre si mismo y la extensión de su presencia, será la última vez que calcule más su corpulencia.
Si observamos la fotografía que publica el diario argentino 'El Liberal' nos daremos cuenta que el caco Juan Carlos fue demasiado optimista sobre el calibre de su pecho: Creyó que podría deslizarse fácilmente por allí, pero al llegar a la altura del pecho quedó atascado e incluso, uno de los hierros lo lastimó a la altura del tórax, situación que lo dejó del todo inmovilizado.
Finalmente Ortega fue trasladado hasta el Hospital Zonal de Frías de Santiago del Estero. A buen seguro, tras aprender una valiosa lección sobre si mismo y la extensión de su presencia, será la última vez que calcule más su corpulencia.
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