Ganar la lotería es, quizás, el sueño de muchas personas y, en especial, es el tormento de una sola: Neil Trotter, un afortunado mecánico de origen londinense a quien ganar 125 millones de dólares le cambió la vida, pero no de la manera en que esperaba.
Tener una exorbitante fortuna que aguarda en la cuenta bancaria lista para ser gastada solo puede traducirse en una cómoda, excéntrica y lujosa vida en la que el trabajo, por supuesto, no se erige como protagonista.
Sin preocupaciones económicas a sus espaldas, ni deudas u otras actividades, tal parece que, a diferencia de lo que muchos podrían pensar, el dinero no compra la felicidad y, mucho menos, la diversión. Eso bien lo sabe Trotter, quien después de convertirse en el propietario de una suma de dinero -para algunos- envidiable, admitió llevar una vida “bastante aburrida”.
De mecánico a afortunado desdichado
“Sabía que algún día sería millonario y de algún modo sabía que ganaría la lotería”, aseguró Trotter en diálogo con el diario británico The Mirror y, a su vez, dejó en claro que, más que una inesperada coincidencia producto del azar, ganar la lotería fue el satisfactorio cumplimiento de una premonición que, desde hacía tiempo, venía invadiéndolo.
Casi como si estuviese perdiendo la cabeza, el hombre proveniente de Coulsdon, un municipio de Inglaterra, logró predecir su millonaria victoria: no solo le decía a sus amigos, compañeros de trabajo y familiares que sería el afortunado ganador de la lotería, sino que, incluso, el día del sorteo sentenció en la oficina de su padre: “Mañana a esta hora seré millonario”, de acuerdo con el periódico publicado en Reino Unido e Irlanda The Sun.
Su inesperada afirmación no resultó estar alejada de la realidad. En 2014, Trotter pasó de ser un mecánico londinense a erigirse como el venturoso ganador de la lotería europea Euromillones.
”El viernes por la noche saqué mi billete para comprobar los números ganadores y, sorprendentemente, uno a uno coincidían. Le dije a Nicky, mi pareja, ‘lo he hecho, me he ganado la lotería’. Aparentemente me puse blanco como una sábana y no podía quedarme quieto, seguí caminando por la casa, no sabía qué hacer conmigo mismo”, contó Trotter, según el cubrimiento de The Sun.
Con 125 millones de dólares en su cuenta bancaria, Trotter tenía el mundo a sus pies. Aunque le habían advertido que no gastase su millonario patrimonio de inmediato, el hombre hizo caso omiso a las advertencias y decidió, al igual que muchos otros ganadores, sucumbir ante los lujos, las comodidades y las excentricidades.
Una millonaria y aburrida vida
Como buen fanático de los autos que era -y sigue siendo-, Trotter cambió su Ford Focus por un Jaguar y un Porsche -dos de los automóviles más lujosos que existen-. No sin antes comprar una despampanante mansión con un lago ubicado en un terreno de más de 160 hectáreas y, por supuesto, renunciar a su trabajo como mecánico.
Aunque, de alguna extraña manera, Trotter siempre supo que sería millonario, no contó con que tantas comodidades, al final, terminarían pasándole factura.
“Pasar de tener que trabajar a no tener que trabajar más fue algo bastante extraño a lo que adaptarse. Pronto descubrí que estar sentado en casa viendo la televisión todo el día era bastante aburrido”, contó al periódico británico anteriormente mencionado.
Todo parece indicar que, después de todo, hay cosas que el dinero no puede comprar y, para muestra de un botón, está Neil Trotter, quien lleva una millonaria y aburrida vida tras ganar la lotería.
Fuente: El Tiempo (Colombia)
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