viernes, 4 de mayo de 2018

El majestuoso sarcófago de la reina Margarita de Dinamarca

La sorprendente tumba hecha para que descansen los restos de la soberana cuando muera parece una mezcla de sarcófago egipcio y tumba de princesa de Disney


Parece que podemos afirmar que ahora “la reina Margarita ya puede morir en paz…”. Y es que la soberana danesa por fin puede presumir su majestuosa tumba.

El artista Bjørn Nørgaard, uno de los más prestigiados en Dinamarca, tardó 15 años en completar el colosal encargo de la reina: un sarcófago, que tiene un un valor de tres millones y medio de dólares, en el que los restos de la reina descansarán para la eternidad. Pero no se trata de una tumba común.

El peculiar encargo llegó al taller de Nørgaard en 2003 cuando se informó que la reina Margarita buscaba un sarcófago para la Capilla de Santa Birgita de la Catedral de Roskilde, donde será enterrada tras su fallecimiento, siguiendo los pasos de todos los reyes daneses. La construcción de la obra, llamada Sarkofag por el propio artista, está documentada en una película que narra las peripecias para crearla.

El conjunto, que mide más de tres metros de largo y pesa siete toneladas, se contruyó en vidrio, en referencia, según el artista, a la vida transparente que ha llevado la reina Margarita a lo largo de su vida.

El catafalco sobre el que se apoya está elaborado con arenisca de Francia, país natal de su fallecido marido, príncipe Henrik; los tres pilares que sostienen el monumento están hechos de granito danés, basalto feróes y mármol de Groenlandia, los tres territorio que componen el reino de Dinamarca.

Además, cada uno está decorado con cabezas de elefante de plata, en honor a la Orden del Elefante. Dentro del sarcófago se encuentran figuras de cristal tanto de Margarita II como de su esposo, simbolizando que fue una reina transparente y demócrata.

Sin embargo, el sarcófago siempre estará incompleto, ya que su esposo, el príncipe Henrik, y quien murió el pasado mes de febrero, tenía su sitio de honor en la cripta que guarda la tumba. Sin embargo, el marido de la reina ordenó en 2017 que no se le enterrara en la Catedral de Roskilde, pidiendo la incineración de sus restos como venganza a su esposa por no nombrarlo rey consorte.



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