Durante los ataques, esta inglesa de 42 años y residente en Northhampton, asegura que pierde la consciencia. “Es como si el mundo se volviera negro”, resume en declaraciones concedidas al Daily Mail.
El problema de Leanne puede sonar a chiste, pero le está costando varias amistades y está fomentando en ella un miedo terrible a salir a la calle. “Para ser sincera, me parece que estoy teniendo mucha suerte con la Policía: todavía no me han detenido por escándalo público.
Leanne no se desnuda del todo siempre cuando sufre el problema. Solo se ha despojado de la ropa por completo en un par de ocasiones. “Cuando tengo ataques realmente malos, parece que estoy en un sueño y no soy consciente de lo que me pasa, hasta que despieto y me encuentro completamente desnuda”.
El peor episodio se dio en una tienda de una cadena de ropa. “Es humillante, porque lo que la gente ve es a una persona quitándose la ropa y no a una persona que tiene un tumor. Así que empiezan a insultarme o a hacer comentarios groseros”.
“Una vez me desnudé en Wilkinson’s -una tienda de lamparas- y otra en WHSmith -una librería- y lo peor de todo es que no me enteré de lo que pasó hasta que volví a mi trabajo y mis compañeros me dijeron que me habían visto desnuda”, recuerda con horror en el mismo medio. “Me está mortificando, está destrozando mi vida”.
Leanne lleva muchos años viviendo con este problema. A los 17 la operaron para intentar quitárselo, pero los médicos no pudieron eliminar la masa tumoral por completo. Tras la operación, los síntomas fueron a peor.
Según le explicaron los doctores, Leanne nació con un pequeño tumor no maligno en la cabeza, que al no ser maligno y al no añadir presión al cráneo, no causaba ningún tipo de molestia en ella. Pero con la llegada de la adolescencia, empezaron los ataques y la mujer acudió a un neurólogo en busca de ayuda.
A los 29 años, un especialista le diagnosticó de hamartoma hipotalámico, un problema que se da en una de cada millón de personas, y que cursa con ataques, desmayos y problemas en la visión. En la actualidad, los ataques de Leanne pueden ser de unos segundos de duración, hasta llegar a ser de media hora.
Los médicos han descartado operarla de nuevo, ya que el riesgo de perder la vida en el quirófano es muy elevado en su caso. Tampoco han sido capaces de encontrar una medicina que la ayude, por lo que lo único que puede hacer es aguantar y seguir viviendo con esos ataques. Aunque su vida se vea afectada de manera grave.
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Leanne no se desnuda del todo siempre cuando sufre el problema. Solo se ha despojado de la ropa por completo en un par de ocasiones. “Cuando tengo ataques realmente malos, parece que estoy en un sueño y no soy consciente de lo que me pasa, hasta que despieto y me encuentro completamente desnuda”.
El peor episodio se dio en una tienda de una cadena de ropa. “Es humillante, porque lo que la gente ve es a una persona quitándose la ropa y no a una persona que tiene un tumor. Así que empiezan a insultarme o a hacer comentarios groseros”.
“Una vez me desnudé en Wilkinson’s -una tienda de lamparas- y otra en WHSmith -una librería- y lo peor de todo es que no me enteré de lo que pasó hasta que volví a mi trabajo y mis compañeros me dijeron que me habían visto desnuda”, recuerda con horror en el mismo medio. “Me está mortificando, está destrozando mi vida”.
Leanne lleva muchos años viviendo con este problema. A los 17 la operaron para intentar quitárselo, pero los médicos no pudieron eliminar la masa tumoral por completo. Tras la operación, los síntomas fueron a peor.
Según le explicaron los doctores, Leanne nació con un pequeño tumor no maligno en la cabeza, que al no ser maligno y al no añadir presión al cráneo, no causaba ningún tipo de molestia en ella. Pero con la llegada de la adolescencia, empezaron los ataques y la mujer acudió a un neurólogo en busca de ayuda.
A los 29 años, un especialista le diagnosticó de hamartoma hipotalámico, un problema que se da en una de cada millón de personas, y que cursa con ataques, desmayos y problemas en la visión. En la actualidad, los ataques de Leanne pueden ser de unos segundos de duración, hasta llegar a ser de media hora.
Los médicos han descartado operarla de nuevo, ya que el riesgo de perder la vida en el quirófano es muy elevado en su caso. Tampoco han sido capaces de encontrar una medicina que la ayude, por lo que lo único que puede hacer es aguantar y seguir viviendo con esos ataques. Aunque su vida se vea afectada de manera grave.
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