Susie Romans |
Los padres de Romans son de clase obrera y son inmigrantes. Llegaron desde Polonia para trabajar: su padre en una fábrica y su madre primero como mujer de la limpieza, y después en un jardín infantil.
Romans comenzó haciendo trabajos menores cuando era niña, como por ejemplo pasear perros (por 50 centavos de dólar) o cortar malas hierbas (por 25 centavos de dólar). Más adelante continúo con cosas más elaboradas como organizar fiestas infantiles en su patio trasero (10 centavos de dólar la entrada). Tras estas experiencias se dio cuenta de que “si tuviera una idea para llevar adelante, de la nada, podía sacar dinero”.
En su momento pospuso su emprendimiento para complacer a sus padres, que estaban empeñados en que se sacase una carrera. Se inscribió en la universidad y siguió el camino profesional previsto trabajando en una compañía de ventas de servicios de telecomunicaciones a pequeñas empresas.
Al nacer su hija en 2012, Romans le dio un vuelco a su vida laboral y creó un blog en el que comenzó a compartir con los lectores su vida, sus relaciones y la experiencias de su temprana maternidad. “Algunos días, el blog recibía 50.000 visitas y una gran cantidad de tráfico. Llamaba a mi marido y le decía: ‘Esto está funcionando’”, recuerda.
Su hijo nació dos años después. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que debía reconsiderar algunas cosas. “Ahí estaba yo, con dos hijos, una carrera profesional, un blog que estaba creciendo desenfrenadamente… ¡algo tenía que pasar, sentía que me iba a volver loca!”, recuerda. “Tenía mucha experiencia y el blog estaba obteniendo tráfico, pero no tenía ni idea de qué hacer, no disponía de un modelo de negocio”.
Durante años, trabajó administrando páginas y perfiles en redes sociales para pequeñas empresas locales con anticipos de unos 350 dólares al mes. A la vista de sus contactos entre la comunidad empresarial y a su experiencia en el sector de ventas y marketing, imaginó que no debía ser muy difícil conseguir algunos clientes por su cuenta, comenzar a prestar servicios como consultora y dejar su trabajo asalariado.
Romans recuerda cómo algunos amigos y compañeros de trabajo pensaban que su idea de dejar un trabajo estable era un delirio. “Lo tenía todo”, explica. “Me pagaban bien, podía trabajar desde casa y recibía primas, pero había algo más importante para mí. Me gusta ayudar y estimular a la gente, y sabía que el destino me aguardaba algo más grande”.
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