jueves, 5 de diciembre de 2013

La historia de la más tatuada de Latinoamérica

Elizabeth Guevara cubre el 95 por ciento de su cuerpo con tatuajes. Su familia sigue sus pasos.

En las calles, no pocas veces, a Elizabeth Guevara le han preguntado si lo que cubre su piel es una licra, pero cuando saben que está llena de tatuajes, le piden que los deje posar a su lado en fotografías.

Esta caleña, de 42 años, no puede pasar desapercibida porque los tatuajes de hadas y personajes fantásticos le cubren un 95 por ciento de su cuerpo. Solo el rostro y los pies están descubiertos.

Al principio, hace 18 años cuando empezó a llenarse de figuras el cuerpo,algunos transeúntes, sobre todo mujeres mayores de edad, hasta la ofendían porque consideraban que era algo anormal o diabólico.

Pero poco a poco se ha vuelto reconocida. Cuenta que le ofrecieron cubrir su cara para participar en el programa ‘Tabú’, de National Geografic, pero ella, por ahora, prefiere guardar su 'personalidad'.

“Quiero mantener mi identidad, como ya no tengo espacio debo disfrutar los tatuajes que tengo en el cuerpo que, en realidad, son uno solo contando mi vida”, dice.

Hay una historia de amor en esta afición. En 1996 Elizabeth y su esposo Juan Pablo Bravo, quienes se conocieron y enamoraron como vecinos del barrio Terrón Colorado, sector de ladera del oeste de Cali, llevaban unos años de casados y les dio curiosidad saber de una tatuadora estadounidense.

"Yo iba a hacerme un dragón y ella, una mariposa, pero luego prefirió que le pintara una caricatura de Pucca", cuenta el hombre, que dejó de entrenar artes marcial y se bautizó con el nombre artístico de ‘El duende’ para ser tatuador.

Entonces, Elizabeth puso su cuerpo como un lienzo para que corriera la inspiración de su esposo. De todos modos, ella se quedó en las actividades de la estética personal y se graduó en el Instituto de Belleza Ivonne de Cali. En su casa montó su salón de cepillado y corte de cabello.

Hoy no sabe cuántos tatuajes la acompañan. “No hay manera de contarlos, son tantos que ya los veo como uno solo”, repite y confiesa que se le volvió en algo adictivo, pero que le representa orgullo.

Su presencia llama la atención hasta en eventos especializados. Así ha pasado con las convenciones internacionales donde le admiran tanto la cantidad de tatuajes como la manera de presentarlos. Eso le ha valido ser bautizada como la mujer más tatuada de Latinoamérica, título citado en el programa 'Tabú' en 2010.

Juan Pablo Bravo tiene su centro de tatuaje en Terrón Colorado (Cali) y a diario tiene en sus manos el dermógrafo para dejar sus trazos a piel viva.

La pareja transmitió ese amor por el tatuaje a sus dos hijos, Liz Katherine y Juan Felipe. Ella tiene tatuada su espalda y su pierna izquierda. Recuerda que el primer tatuaje se lo hizo en un hombro a los 13 años, luego el de la pierna. “Era para tapar una cicatriz de un accidente que había tenido de niña”, dice la joven, mientras sostiene a su bebé de 1 año.

Juan Felipe, quien también se inicia en el mundo del tatuaje, tiene cubierta su espalda con un dragón que llama la atención a simple vista. En su pecho hay más figuras que cuentan sus 22 años de vida.

La afición toca hasta a Ema Rosa Urbano, la mamá de Juan Pablo y suegra de Elizabeth. “Me los dibuja mi hijo y eso representa un bonito recuerdo”, dice la señora, de 63 años, que tiene un hada inscrita en la espalda y un panda en su hombro derecho. En una pierna lleva una mariposa, un colibrí y una flor de loto.

A los Bravo Rivera muchos los sigue mirando con sorpresa, pero ahora la mayoría los acepta y hasta pide fotos con la familia completa. No falta quien los vea como algo fuera de lo normal. Otros ven el arte, el riesgo y hasta lo erótico de esa afición.

Muchos se preguntan cómo Elizabeth ha soportado tantos tatuajes, lo que conlleva aguante para la paciente tarea de permitir que le marquen el cuerpo.

Los esposos han hablado sobre un tatuaje en el rostro o el cuello de ella, lo que es posible con una técnica depurada.

Elizabeth dice que "quienes se la han tatuado recibieron algún patrocinio, pero aun así no es una decisión sencilla. Tampoco es fácil a nivel técnico quitarse un tatuaje en el rostro donde no se debe usar láser. Mi idea ahora es que mi cuerpo sea el tatuaje".


Fuente: eltiempo.com

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